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lunes, 10 de agosto de 2009

ESTANCIA VI

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Cuentan que Hércules, al desgajar Europa de África, fue el culpable del nacimiento de Cádiz con esa geografía tan peculiar que la asemeja a una isla enfilada al Atlántico.

Desde la Torre de Tavira, Clara divisaba toda aquella ciudad marinera y llena de luz como una suma interminable de callejones, playas, rompientes, castillos, placetas, casonas, bodegas, mercados, museos y jardines. Toda esa amalgama se vislumbraba con destellos de reverberaciones producidas por los rayos del sol resbalando sobre las cúpulas de ladrillo amarillo. Aquel hervidero de gente y de sonidos disparatados, le habían contagiado, inconscientemente, una tremenda alegría de vivir. Traspasó las murallas de las Puertas de Tierra y enfiló la parte antigua, de calles estrechas, pequeñas plazas y rincones de gran tipismo. Vio castillos dieciochescos conviviendo armoniosamente con humildes casitas pintadas de vivos colores, paseó por el Mentidero y se trasladó a la época medieval pisando el barrio de El Pópolo.

Por primera vez durante su estancia en el Sur, Clara sintió necesidad de comer. Le apetecía dejarse invadir por aquella atmósfera. Se sentía vitalista y comunicativa, como si acabara de desperezarse de un profundo letargo. Entendió, como de golpe, que el efecto mariposa también puede producirse con una sola mirada porque puede cambiar la historia de quien mira y de quien es mirado. Y ya no se sintió observada, sino admirada. Convino en que la vida había hurtado muchos años de adoración perpetua, quizá demasiados, pero seguía siendo extremadamente generosa para con ella después de todo, porque en el corazón de aquella ciudad universal y más antigua de la vieja Europa donde en aquellos instantes se encontraba, un hombre que la amaba sin límites, podría estar aguardándola. Y aquel intenso olor a rosas que empezaba a sentir, era su prueba más estremecedora y su espíritu interior se llenó de ternura.

Las mesitas de la terraza del bar La Viña, en el barrio de pescadores, se adornaban con una pequeña maceta de geranio situado en el centro. Algunas, compartían espacio con el cenicero de cristal y un cubo de servilletas de papel. Clara sabía que ese era el lugar porque el perfume singular de cada una de ellas reclamaba su exclusiva atención. Se inclinó suavemente, rozó con su nariz las florecillas de color rosa fuerte y musito: " Tú has traído ternura a la zozobra de mi turbado corazón, Pelargonium capitatum".

Desprendió la servilleta de papel del servilletero y repasó la lista de tapas impresa en la misma: doradas, urtas, róbalos, mojarras, bambas, bocas, cigalas, langostinos, cañaillas, acedías.... Era mediodía. El sol, estaba en lo más alto del horizonte. Sintió su ánimo reconfortado como hacía meses no lo experimentaba. Vió su tren saliendo de un largo y oscuro túnel y un profundo alivio y consuelo pareció barrer de su rostro aquella mueca de tristeza que le venía acompañando por demasiado tiempo. Entonces, formuló su comanda al camarero: " Manzanilla de Sanlúcar y una ración de acedía". La devoró con placer.


Buenos días, princesa.

Tú sabes bien por qué en esta ocasión he elegido para tí este tipo de geranio. Él, más que ningún otro, ayudará a reconocer lentamente, en el oscuro pozo de tu memoria, las imágenes, sonidos y olores que llevas dormidos. Y cuando lo hagas, te devolverá la ternura que has perdido y recuperarás, al fin, el optimismo y ganas de vivir.
¿ Has leído el librito que te envié?. Sí, el Libro. Comprende ahora, dueña mía, que todo el mundo lo relaciona con la santa paciencia y con la fidelidad a Dios ya que, una de las enseñanzas de la historia de Job habla de eso, de asumir que aquello de lo que pensabas estar inmune y que, sin embargo, te puede suceder por muy imposible que parezca o por muchas precauciones que hayas tomado para evitarlo.
Normalmente hay la creencia que si cumples las "normas" dictadas por la divinidad, ésta te acogerá bajo su protección y nada malo podrá sucederte. En cambio en la historia de Job, no fue así. Era un hombre que cumplía con su deber de creyente en todos los sentidos y aún así le fueron cayendo encima toda una serie de desgracias.
Aunque la enseñanza más profunda, casi nadie la entrevé. Si Dios (o la providencia, si lo prefieres), no le hubiera ido dando a Job una dosis cañera más fuerte cada vez con cada infortunio, Job no se habría reforzado gradualmente y al final ni hubiera conseguido conocerse a sí mismo ni conocer a Dios. Hubiera seguido viviendo como un infeliz más, engañado por su propia visión de Dios y de la vida.
Su visión de la divinidad al principio, no era la misma que al final de la misma. O lo que es peor, si Dios se hubiera mostrado a Job antes de pasar la purgación, Job habría sucumbido a la manifestación de la divinidad, no lo hubiera resistido, pues no estaba preparado para ello, en cambio, ahora sí lo está. Porque lo que no mata, queridísima, fortalece".

Tiernamente tuyo".


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3 comentarios:

Baruk dijo...

La enseñanza de esta carta tan solo la puede entender aquel que ha vivido una experiencia equivalente y ha tenido suficiente lucidez para entender la alegoría. Como el niño que Demeter introducia diariamente en el fuego.

Quizá por eso no haya sido profanada.

Tiernamente

Clea dijo...

Hay amigos eternos, amigos que son de piel y otros que son de hierro,
hay amigos de los que se aprende, otros que se eligen, otros que se adoptan.

Hay amigos que se ven, otros que se escriben, otros que se abrazan.

Hay amigos inmortales, amigos de la distancia.

Hay amigos que se estrañan, que se lloran y en los que piensas.

Hay amigos del alma, del corazón, de la sangre..

...hay amigos para toda la vida, amigos que son más que amigos, amigos incondicionales.

Mara dijo...

Padres, no exasperen a sus hijos, para que ellos no se desanimen.
Pablo: Carta a los colosenses.


Publicación 2006
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