Nunca me había parado a pensar cómo sería el beso
perfecto; de hecho ni se me hubiese ocurrido pensar en ello en mi vida. Un beso
era un beso, sin más. Tampoco era para tanto; sólo un beso.
Por eso, cuando le pregunté qué quería
o qué necesitaba por su cumpleaños y me pidió el beso más sentido de mi vida,
me lo puso muy difícil. Era incapaz de encontrar palabras lo bastante tiernas y
expresivas, al mismo tiempo, para describir ese beso inolvidable, parámetro de
todos los besos de mi boca, y conseguir que ella lo imaginara y lo sintiera
durante unos breves instantes.
Prometo que lo intenté, pero aquí las
palabras no bastaban. Al menos, las mías. Temí que fuera un regalo poco
"sentido", no por no desear que lo fuera, sino por mi propia incapacidad
para recrear lo que no recordaba haber sentido.
Y fue entonces cuando recurrí a la
lectura de "Rayuela".
" Toco tu boca, con un dedo toco
el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por
primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo
todo y recomenzar. Hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano
elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana
libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un
azar que no busco comprender, coincide exactamente con tu boca que sonríe por
debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez
más de cerca y entonces jugamos al cíclope; nos miramos cada vez más de cerca y
nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se
miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente,
mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando
en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un
silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente
la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviésemos la boca llena
de flores o de peces, de movimientos vivos de fragancia oscura. Y si nos
mordemos, es dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber
simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva
y un sólo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna
en el agua".
No podría describirlo mejor. Era
perfecto. Comprendí que sentir eso, solo puede ser producto de un amor y una
pasión ilimitada. Por eso elegí para ella este beso. Un beso ajeno, pero mío,
aunque hasta ahora nunca había pensado que ese beso pudiera llevar su nombre.
Fue aquel mi regalo, el beso perfecto,
el más sentido de mi vida. ¡Lástima que no pudiera envolverlo¡.
4 comentarios:
Por un beso de la flaca,
Yo daría lo que fuera...
De chicos la radio nos enseñó que "la española, cuando besa, es que besa de verdad, y si no, no le interesa besar por frivolidad..." Luego, más mayorcitos, descubrimos que eso no es del todo cierto, que hay matices, medias tintas, cuarto y mitad de tinta, etc.
Lo realmente cierto, es que el beso perfecto no es el que damos, sino aquel que sentimos que nos dan en un momento concreto y en unas circunstancias determinadas. Cual es ese momento y esas circunstancias, son algo personal e íntimo. Solo cada quien conoce su respuesta, propia e intransferible. Secreto del sumario...
Salud y fraternidad.
Tierna y a la vez inquietante reflexión, la cual también creo haber "sufrido" en alguna ocasión. Curiosamente he releído recientemente el libro de Cortázar, y, desde luego, el fragmento elegido es bellísimo. Para quienes amamos y a la vez tememos a las palabras es una suerte poder contar con la ayuda de aquellos que supieron decirlas tal y como a nosotros nos hubiera gustado.
Un abrazo, Manuel.
Este beso , que no se pudo envolver, no podría ser más sensual ni más sentido, intensamente sentido.Maravillosas las palabras de Cortázar ,pero me quedo con las tuyas, Manuel.
Un abrazo.
Publicar un comentario