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Recuerdo que en mi niñez, teníamos asumidos unos conceptos vitales que se nos revelaban inmutables: España era una (si hubiera habido dos, todos nos habríamos ido a la otra), grande (porque cabíamos todos) y libre (porque podías leer el ABC o el MARCA); que había que estar en casa antes de las diez, y que, toda reunión de personas con máquina en ristre haciendo fotos de cualquier cosa, era una excursión de japoneses.
Afortunadamente, los tiempos se encargaron de demostrar la mutabilidad de aquellos convencionalismos trasnochados y hoy el País no es España, sino un periódico; nuestros hijos siguen llegando de la movida antes de las diez de la mañana y la mayoría de las personas atadas a una digital, ya no tienen los ojos rasgados, salvo que la dieta diaria de su Active no haya sido capaz de liberarlos del estreñimiento crónico.
Y es que la pasión por la fotografía se ha convertido en deporte nacional. Ya a los niños que hacen su Primera Comunión no se les regala la medallita de oro con la Virgen de la Milagrosa, sino una cámara digital con tropecientos megapixes y de alta resolución, instrumento casi imprescindible para no perder detalle de la agresividad y violencia que campa en su mundo de coleguillas desde el temprano jardín de infancia, y poder vengarse de la "seño" colgando su pose mas indiscreta en la página de internet.
Tampoco los mayores escapan al síndrome. Fieles al rebelde espíritu de Viriato, desde aquel famoso axioma político de que " aquí el que se mueve no sale en la foto", el homo hispanus pareció decidido a sacar fotos de todo lo que se moviera.
Quizás sea cuestión de nuevas modas y formas, o, quizás, de pura comodidad y vaciado intelectual, que ese desmedido culto, sin más, a la imagen con su poder de seducción, haya sido el responsable de fomentar una civilización donde su predominio apoteósico haya acabado por interpretarse como paradigma del conocimiento, preocupado, únicamente, de asimilar las sensaciones que nos rodean, en detrimento de las inquietudes que antaño nos motivaron. Pero sea lo que fuere, hoy resulta casi imposible realizar cualquier acto de la vida cotidiana, sin estar expuesto a acabar siendo detalladamente visionado con todo lujo de detalle, cuando no rematadamente retocado por el fotoshop.
Este mismo verano, acudí con unos amigos a un viaje placentero y, sin embargo más parecía una reunión de alocados paparazis que una charpa de colegas blogueros. No había momento de respiro. Tal fue la sensación de reportaje "robado" que incluso hasta para mear, acabó estableciéndose un implícitamente aceptado turno individual que pusiera a buen recaudo los atributos con que a cada cual la Madre Naturaleza decidió adornar.
Lo bueno que tenía este proceder - que también hay que decirlo- es que al pasar por delante de la barra del establecimiento elegido para tal misión velada, se aprovechaba el viaje íntimo para abonar el importe de la consumición del grupo, con lo que ese respiro fotográfico acabó por establecer un consensuado turno rotatorio "pagano" evitando la instauración del consabido "fondo común" que, no sé por qué puñetas, siempre acaba administrándolo el más serio del grupo. Con lo que ya, esa institución acaba marcando.
A lo largo de este último tiempo, he conocido gente cuya obsesión por la fotografía los colocaba en verdadera situación de síndrome. Mi amigo Manuel, no solo es que disfrute, sino que mantiene caducado el carnet de identidad desde el año 2.002 para no tener que cambiar su fotografía. Aunque, pensándolo bien, tampoco recambia las ruedas de su Jepp 4x4 a pesar de tenerlas desdibujadas. A lo mejor eso,... va a ser otra cosa.
Tampoco Xavier se queda manco. Empecé a conocer de su existencia la primera vez que leí una descripción en la que, a modo de autorretrato, se describía como "mi cámara, yo y mi chica". Después, cuando le conocí personalmente, pude apreciar que Marta era mucho más guapa que él y mucho más buena que su cámara, por lo que le recriminé el ordinal utilizado para su descripción. Y creo que mi amigo lo ha entendido y ahora sitúa a su cámara en segundo plano, detrás de Marta, aunque la batalla que ahora libro es la de darle a entender que las tapas de verdeo que le ponen en su lugar de residencia tienen hueso y no raíces y que se llaman aceitunas y no olivas. Y es que eso, para un andaluz, se convierte casi en una cuestión de Estado, porque si cedemos acabaríamos cambiando hasta la poesía del universal Miguel Hernández. Pero Xavi no se achanta, y cuando se ve acorralado por la lógica del conocimiento, acaba siempre sacando a relucir mi indolencia andaluza frente a su laboriosidad catalana: ¡"Fíjate como seréis los andaluces - me dice- que para ir a trabajar no os basta con poner el despertador como todo el mundo, sino que os han tenido que hacer un himno: ¡ andaluces, levantaos¡". Pero en fin, se lo perdono, porque aunque comprendo que es otra forma de retratar, al menos ésta la hace sin su digital.
Edu, cansado de que todos los años le regalaran por su cumpleaños una cajita de slips paqueteros para hacer barbacoas de alitas de pollo, esta vez se atrevió a sugerir a su dueña que le regalara un potente aparato. Al principio ella creyó que tanta acción de fuego y brasa habían acabado por afectar y consumir alguna parte del físico de su media naranja, pero todo quedó aclarado cuando, tímidamente, el consorte le precisó que el sólo se refería a una cámara de esas bestiales que tiene un teleobjetivo que ya quisiera el Esca para sus cigarrillos en la terraza. En fin, que a la postre lo consiguió y ahí lo tienes ahora con la duda existencial de si dejar a la esposa en casa o cambiar el utilitario por un trailer para meter los accesorios. Empieza a padecer tortícolis y se le tiene marcada cierta jorobilla por el peso que lleva al cuello, pero, para asegurarse la calidad de lo que hace con el aparato, utiliza trípode. Parece un porteador del regimiento de artillería, pero eso si, dice que teniendo tal adminículo con que sujetar tan gran aparato, para qué utilizar viagra.
El más romántico de todos es Pedro, esa suerte de zapador de culo inquieto y que se "guadianiza" moviéndose con mas soltura que un garbanzo en la desdentada boca de un viejo. No es que le regale flores a su parienta, pero las fotografía todas y con gran sentido estético. Siempre que viene a casa aprovecha el ratito de terraza para marcarse unas fotos de mis macetas con las que confeccionar un ramillete y llevarlo a su señora. Dice que tiene el inconveniente de que no huele mucho, pero ¡que dura...¡.
Y no digamos del otro, que es mi cruz. Templaria, pero al cabo, cruz. Primero, las huele, después, la fotografía.
El caso que más me impactó fue el de mi amigo Rafael. Con más de dos mil quinientas exposiciones, todavía tuvo el valor de detener su coche para fotografiar una simple cantera. Y aquello si que resultó ser una exposición y no la de la cámara oscura. Tan absorto estaba en su preciso trabajo de toma y perspectiva, que no reparó en la altura elegida y acabó descalabrado. Y todo por sacar fotografías a unas piedras, como dijo Mayca. Aunque como él muy bien dice, también algunos monumentos son de piedra y al fin y al cabo él, como pocos, ya puede presumir de tener en propiedad una "marca de cantera". Lo que oculta, el bribón, es que tras dejar en el suelo su caro utillaje fotográfico mientras solicitaba primeros auxilios del resto de los integrantes del grupo (que no se apercibieron del accidente porque estaban sacando fotos de los alrededores), no se le ocurrió sino exclamar aquello de "¡"Socorro, socorro¡" y, en llegando la Guardia Civil de Tráfico y viéndole en tal situación y rodeado de gentes disfrazadas de exploradores australianos, a punto estuvo el trance de acabar con todos ellos en el Cuartelillo. Pero no acabó mal la cosa, pues mientras a mí la DGT me quitaba tres puntos, por exceso de velocidad, al muy ladino de mi amigo, le dieron cinco.
También a mi amigo Falces acaban de nombrarlo hijo predilecto de su ciudad. Abogado, formado en la Sorbonne, fundador del CAF y funcionario que supo llegar a final de mes y sacar adelante a cinco hijos, ha sido reconocido por su meritoria aportación a la sociedad como fotógrafo. Y yo que me alegro, pero pienso que cuando cuelguen el rótulo de la calle prometida tendrán que poner algún panel informativo a fin de que los futuros científicos y descubridores de la vacuna del VIH o del cáncer puedan conocer los méritos de cada cual y asumir su indiferencia social de buen grado. Y si no, que hagan como otros mas aventajados y comiencen a dar más valor a la forma de manejar el reflex de su cámara, que al bisturí de su profesión.
Bueno, me voy a ver si me hacen un book para presentarme a Gran Hermano.
15 comentarios:
Que dura pero...¡qué dura!...
Y luego dicen que no valen para nada los acentos...¡Perdón! Las tildes. Que luego me regaña Cristinita.
¡No seais mal pensados...por una tildecita de nada!
Un besico y gracias por documentar la "escapada".
Veo que Syr, aunque sin cámara, nos has dejado retratados!!!
Y es que, a pesar de todo, lo de Syr es, decididamente, honrar esa frase popular de “Mil palabras valen más que una imagen”.
A pesar de ello, tenemos a buen recaudo algunas fotos de “paparazi profesional” que promocionarían sin duda a “Manué” al ranking de elegidos para la próxima edición de Gran Hermano. Si quieres, yo pongo las fotos y tu, por supuesto, el texto.
Un abrazo,
¿ Veis lo que os decia?. ¡ Ya esta este presumiendo de lo que es capaz de hacer con su "aparato"¡.
¡Caray! ¡Ni el propio Syr hubiera hecho una crónica tan realista y descriptiva, sólo por el hecho de querer airear a los cuatro vientos lo mucho que nos aprecia! ¡Palabrita de cruz! Non nobis, Malvis, non nobis...
Para los que no pudimos asistir al encuentro la verdad es que nos viene bien todo lo que nos querais mostrar. Hay que estar informados, hacer acopio de documentación y mejor si es gráfica, es más sustanciosa o si no que se lo digan a la prensa del "colorín"...
¿Para cúando el book de "tomas falsas"? Seguro que es el más divertido. Venga... ¡por fa!...¡Que empiecen a circular esos "pillados", aunque sea sólo por "correo interno"! Todo con buen fín, para que nuestros asesores de imagen nos aconsejen y prepararnos así para la próxima.
Un besico.
Yo por mi parte,reconozco claramente que soy un fotógrafo compulsivo.Pero qué quereis,son tan buenos los ratos viendo las fotos evocando los recuerdos,que sin mi "cámara" no salgo de casa.
Algún día,no se cuando,me compraré una digital con su teleobjetivo y todo.
De momento,voy tirando con lo mío.
Además,en muchos lugares donde las cámaras están prohibidas,las del móvil son permitidas.pues las tienen por "inofensivas"...ji,ji...(risa malvada).
Me adhiero a la propuesta de poner en circulación por correo interno,imágenes del encuentro.
Mi experiencia del encuentro que tuve con algunos miembros de ésta "secta" en la colegiata de Mur,es que la guía quedó sumida en la desolación,cuando vio que el grupo se disgregaba en varias direcciones,fotografiando a diestro y siniestro,ajenos a sus explicaciones...pobre...ja,ja.
Un multiabrazo.
Lo tuyo no vale, Ruben. Tu te dedicas a fotografia "de altura" y ante eso, "todo" queda empequeñecido.
Un abrazo
¡Ah, lo "pequeño"!...
Hijo mío, la felicidad esta hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna ...
Sí, Sr. Groucho, pero todo cabe en lo breve.Pequeño es el niño y encierra al hombre; estrecho es el cerebro y cobija el pensamiento; no es el ojo más que un punto y abarca leguas.
Como muy bien decía monsieur Dumas.
Merlín, ¡perdón, Malvis! No sé cómo lo haces, pero al final vas a conseguir que nos convirtamos todos en escandalosos reporteros. Eso sí, si alguna vez se te ocurre llevarnos a la tele, ¡por favor,que no sea en Salsa Rosa!
Quien se burla del mal del vecino, el suyo le viene de camino...
Así que, si osas burlarte de los que hacen fotos, pon las tuyas a remojar...
Cuando tenga menos calor, más ganas, y le quiten los puntos al ordenador, me voy a explayar haciendo crónica épica de cierto viajecito, con "marca de cantera" incluida.
El que avisa no es traidor, ni mal cantero...
Salud y fraternidad.
Pues a ver si refresca y le quitan los puntos al ordenador, que esa no me la pierdo...
Pues si que es verdad, si. Marta es muchísimo mas guapa que la cámara, mejor y mas lista que yo y te diría que hasta mas fiable y segura que mi coche. Con ella fotografío el mundo, mejorando y aprendiendo mientras viajamos juntos (y estoy hablando de Marta, mal pensaos..... ;) )
Y lo que nos reimos ahora cuando paramos a hacer unas tapas y gritamos al unísono al camarero:
¡ UNAS OLIVILLAS !
Saludos!!
Pues suerte tienes, pillin, que a estas alturas, todavia una mujer como Marteta siga en el viaje de tu depravada vida.
Salud y romanico. Y unas "acitunitas", por favor.
Yo en noviembre y leyendo estas cosas... Ahora me entero de to mientras preparo programaciones, aguanto niños, recupero mis piernecillas y me río leyéndote.Pero compadre, ya que las pides, con nuestro "asento":Unas asitunas, por favo"
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