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miércoles, 1 de septiembre de 2010

Vidas Para-Lelas

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El protagonista, a su pesar, de este relato, como es notorio entre sus allegados, nació, accidentado y accidentalmente, en Madrid, aunque podría haberlo hecho en Badajoz, en Caravaca o en Jaén. Su padre, prohombre muy conocido en el Circulo Mercantil, atendió a los ruegos de su esposa, ya cumplida en más de una semana, de dar un paseo por el campo para ver si se aceleraba el parto con el aire vespertino. Aún más, como disponía de un pequeño utilitario, elemento imprescindible de la necesaria ostentación de aquella época, máxime si, como el suyo, descapotaba manualmente enrollando la lona a la zona postrera de la techumbre, sugirió adentrarse con él unos kilómetros en el hayedo próximo y así sentir la caricia de la brisa en la cara. Además, como hizo notar a su esposa, “ hacía un día estupendo para ser aquella época del año, el coche estaba deseando y no soplaba chispica de viento”.

Pusieron ambos rumbo a la sierra norte, con la idea de hacer un paseo de ida y vuelta. La madre, en su estado, a boca de parir, iba despatarrada en el sillón del acompañante. No le gustaba sentir el viento en la cabeza, porque se despeinaba.

Cuando apenas llevaban una hora de paseo, cambió el tiempo. Vinieron unas nubes algo negras parecidas a piel de topo y empezó a soplar un viento fuertecillo. Juntamente con la llegada del viento apareció un ruido en el motor, primero casi ronroneo suave de nana y luego unos ronquidos que terminaron en asfixia total. Se acabó la gasolina. Las cosas de las prisas que, como los parientes, siempre están para ayudar.

Al socaire pasaron el resto de la mañana, la tarde y, aún peor, la noche, con un frío que pelaba y tapados como pudieron. Vino la mañana y no tenían ni puñetera idea de su situación, con el agravante de que la esposa empezó a sentirse poco a poco más madre, más apretura y más sudores. A lo lejos se divisó entonces una pequeña cabaña blanca como una mancha de sal iluminada por un farol. En aquel sitio no podía ser otra cosa que una herrería, hoy reconvertida, en casita rural que, cual Galana, acabaría siendo centro de acogida de peregrinaje de zahoríes e incautos adictos a la queimada marinera.

Sintiéndose robinsones salvados, comenzaron a dar gritos. Obviamente, el herrero y su acompañante acabaron por oírlos y, después, verlos, ya que no tenían otra cosa que hacer. Con habilidad y manejo, el padre con la ayuda de los providenciales refuerzos, logró arribar a su señora esposa a la cabaña donde, tras sortear al arcón de la entrada, acabó embistiendo el humilde catre que presidía la única estancia. Al mismo embiste, se desvaneció.

Se despertó en la pequeña casa del herrero donde su esposa, más delgada, consolaba a éste y a su pinche, dándoles las gracias por haberles salvado y por su ayuda en el parto. Los dos, solteros y entrados en años, eran lo menos parecido a un ginecólogo y a una matrona. Se asustaron, gimieron y sudaron más que la parturienta y juraron y perjuraron que ellos pensaban que un nacimiento era otra cosa, más parecida a un portal con la mula y el buey, y que si ellos tuvieran que parir la humanidad estaría condenada a la extinción.

Con el trasiego, la criatura tuvo algunas dificultades para nacer, algunos tirones de cabeza y se le hicieron unos pequeños chichones. Como dijo el herrero, "el niño había salido un poquico defectuoso". Pero sólo había sufrido daños en la parte del cuerpo menos utilizada y, por tanto, menos necesaria de cualquier varón: la cabeza. De lo otro iba bien servido. Lo que Dios recorta al hombre por un lado, lo alarga a veces por otro, con buen criterio de dotarle siempre de alguna herramienta con la que poder buscarse la vida.

El devenir de su evolución vital no tiene la menor importancia para los lectores del presente relatillo: La infancia y la adolescencia en un colegio de frailes, lejos del hogar paterno por un exilio injusto, y con ligeras dificultades. Con el auxilio de sus padres, de una tía maestra y sus clases particulares en las materias fundamentales, pudo ir bandeando los cursos con la conciencia de que este mundo era casi perfecto e inmutable. El apellido y su inclinación a escribir con la izquierda, no le ayudaba mucho en aquellos años de cruda dictadura maquillada con los apelativos de democracia orgánica, pero lo que acabó definiendo su personalidad, fue su nombre de pila. Podrían haber impuesto al bautizando la gracia de Guiomar, Martín, o tal vez Pedro, en honor y recuerdo a sus nobles antepasados, pero sin embargo, el aspecto más que angelical de aquel neófito, hizo que su señor padre tuviera el buen juicio de intentar subir un peldaño más en la escala de los coros celestiales y acabar nominándole Rafael.

Como confesaron sus padres con la llegada de la fama literaria de un homónimo, pronto se dieron cuenta de las limitaciones de su infante; en palabras llanas, que ellos creyeron que el niño les había salido medio tonto. De no haber sido así, le hubieran animado a ser Capitán de Marina Mercante, Notario, Registrador de la Propiedad o, aún mejor, Médico Cirujano en Huesca. Sin embargo, Rafaelín siempre andaba con preguntas extrañas: ¿qué hacemos en el mundo? ¿Por qué hay ricos y pobres? ¿cuántas veces se come en esta casa?. Con lo incomprensible de su verborrea y lo retorcido de sus pensamientos, producto evidente de aquellos chupitos de vinagre que el infante se daba en las ocasiones que su madre le encargaba del suministro y que él entendía como pócima del disolvente universal, resolvieron que, evidentemente, el niño había de ser, de ser algo, historiador de vocación, articulista a sueldo, antropólogo ocasional, aficionado "fotografiador" y, a ratos perdidos, escritor. Pero sobre todo, peregrino incansable por los caminos del medievo, rescatando el recuerdo de nuestras raíces culturales en franca lucha con las beatas custodias de templos que le impedían no sólo el sacrilegio fotográfico de sus interiores, sino también el hurto de la energía eléctrica de la iglesia para recargar la batería de su exhausta cámara. ¡Que venga la Guardia Civil¡ - exclamaba ante el incomprensible acoso y prohibición. O bien - y obtenido su objetivo - ¡Pues ahora no entro, prefiero tirarme por los "sembraos"¡.

Adusto, hiperactivo, y algo miope, la ruleta genética pronto reveló la residencia en su persona de un aire caballeresco, casi quijotesco, al tiempo que su innata fascinación por los aspectos más esotéricos y mágicos que subyacen en la Madre Tierra. No en vano, era frecuente verle paseando sus atardeceres adolescentes junto al estanque del Retiro en busca de lamias con quienes compartir tema de conversación y bocadillo de arenque. Fue en una tarde de esas donde conoció a Carmen. Pequeña, menuda, vivaracha y con unos ojillos más alegres que luceros del amanecer, no supo, ni pudo ni quiso, resistirse al encanto de aquel joven que, en lugar de regalarle flores, se dedicaba a seducirla con las nuevas teorías existencialistas de Jean Paul Sarte y en el que creyó ver la reencarnación del Custodio de su ciudad de nacimiento.
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Y sintiéndose almas afortunadas, decidieron probar fortuna en las Islas ídem. Y sin encomendarse a Dios, pero tampoco al Diablo, ante el estupor de sus respectivos progenitores, y, arriesgándose a "vivir en pecado", decidieron poner tierra de por medio y compartir destino, cuerpo y sueldo.

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Camarero de supervivencia, a cuya resulta le quedaría el recordatorio de una secuelar ciática que años más tarde fuera causa de aquel tintinear de amuletos metálicos que siempre llevara prendidos en su inseparable bolso de hombro, faro y guía de prosélitos en las encabritadas rutas románicas que trazaba con sabiduría y esmero, Rafael proseguiría en su constante anhelo vital de búsqueda de seres mágicos del agua. Y puede que hubiera encontrado su empeño si no hubiese sido porque la casualidad, en versión fatídica, se cruzó en su camino mostrándole que también, en su propia ciudad de residencia, existía una Laguna, donde podría bañarse cada tarde en las aguas del aprendizaje universitario.

En la Universidad destacó entre sus profesores, aunque, como en los ruedos, había trivisión de opiniones; unos pensaban que era un genio, otros que un majara y la mayoría que era ambas cosas a la vez. En eso, aquel Catedrático recaló pronto. Le animó a cursar la licenciatura de Filosofía y Letras confiando en que la sacaría sin ningún problema, a realizar su tesis, a denostarla y apropiársela en propio beneficio académico.

Terminó los estudios y junto con Edu, el hijo de su padrino y futuro Presidente del Tribunal Opositor, don Servando, elaboró su tesina sobre un candente tema (“¿ Existe el existencialismo?. Propuestas a favor, en contra y abstenciones”), muy aplaudida, con la que ambos lograron, ex equo, el Premio Fin de Carrera y unos puntos extras para las oposiciones. Conseguidas éstas, tuvo su primer destino en Albanchez de Mágina, donde aún le recuerdan sus alumnos, las mozas solteras del lugar, los padres de éstas y el comandante de Puesto de la Casa Cuartel de la Benemérita.

Allí conoció a Manuel, picapleitos del tres al cuarto y hombre progresista que ejercía ambas titulaciones, pues era defensor de la vida a ultranza, sobre todo de la buena vida especialmente si podía ser la suya y su propio progreso. Trabaron sólida amistad y pasaban largas horas en charlas interminables relacionando Derecho natural con la Filosofía. Su filósofo principal, tema constante de sus reflexiones, era Jorge Valdano, el conocido reformador de la ideología blanca, que había traído las aproximaciones conceptuales bonaerenses a las estructuras mentales del banquillo del Real Madrid. Con estos postulados, arrancaba Rafael sus explicaciones del materialismo marxista, Darwin y la dialéctica del fuera de juego. De aquí pasaba a la teoría de la selección natural, comprensible a las claras cuando descubres, sin ninguna confusión, que los jugadores más notables son los que han sabido capear las lesiones, concretar los lanzamientos y definir los pases a media distancia sin preocuparse del miedo escénico. Incluso para motivación de sus alumnos, crisol de las españas y resto planetario, resaltaba que el progreso social era como un derecho natural decisivo en la lucha biológica por alcanzar las cotas más altas en la pirámide de la cuenta corriente bancaria.

Viajero de ocasión, que no ocasional, recorrió la sufrida piel de toro enrolado como tramoyista de una Compañía teatral, pero siempre acompañado de su propia compañía. Experto en dar tres vueltas a las rotondas antes de escoger la salida ...¡equivocada¡, visitó pueblos, aldeas y villorrios; durmió junto a tapiales de cementerios y en molinos harineros que, con el constante repiqueteo del agua sobre la piedra molar, le sometían a interrumpidas noches de sueño aunque le ayudaban a aliviar la vejiga. En todos los lugares encontró argumentos, anécdotas y tradición oral en que documentar sus trabajos de investigación y que grababa hablando a hurtadillas, como si se confesara, a una cámara de fotos. Vírgenes, lo que se dice vírgenes, encontró pocas y las que encontró resultaron ser negras, como no podía ser de otra manera.

Por cuestiones que no vienen al caso, pidió el traslado a la capital de un desmembrado reino de taifas, se compró un gato y aquí se encuentra en la actualidad. En los últimos años ha compaginado su labor de investigador e historiador, con la edición de portulanos y guías intensivas de románico intravenoso, la literatura fantástica y la divulgación de las órdenes (no de las que recibe de su gato, sino de las otras, de las militares), con obras tan conocidas como “A vivir, es decir, lo que vamos a hacer antes de la muerte”, publicada en dos lujosos volúmenes, “Crónica sincera de una vida entregada al estudio del Temple: la técnica de desleír pigmentos a base de huevos” y, fundamentalmente, la tan celebrada “Cinco rutas románicas, con horario y acceso, para las rebajas de enero”.

Habiendo contactado con Laura, ésta le convenció de las motivaciones especiales por las que convendría proseguir sus preocupaciones y desvelos intelectuales con un grupo de majaras quienes, no sabría a ciencia cierta en qué podrían ayudarle, pero sí para servirle de escarmiento en cabeza ajena, fundar una escuela de incautos, llegar a ser laberinto de fantasmas y maestro en mandar "a quien corresponda" condenas de picota y cepo a los aprovechados. La conversión fue rápida y no sólo escarmentó en cabeza ajena, sino en propia de la que guarda cicatriz, pues en Villarcayo cayó, viniendo en conocimiento de las treinta y dos “chinas”, y no es que fueran geishas, -¡qué más hubiésemos querido él y yo¡-, sino rudo producto, materia grosera y desecho y resto pétreo de la tan admirada Madre Tierra de las que, remembrando linaje, pudo salir de la mística contemplación que le produjo el porrazo y encontrarse libre y sano entre sus alborozados amigos y parientes, guardando, celoso, el secreto de su marca cantera entre el bosquecillo de su pelo-pincho.
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No se sabe si por mor de la edad y vivencias o por efecto de la propiedad matemática de que el producto de dos negativos dan resultado positivo, que a resultas del último calamonazo sufrido en propia crisma se debió activar el efecto de aquél que sufrió al ver la luz primera, pero la esencia de la cuestión es que, el bueno de Rafael hoy es un hombre funcional y pragmático aunque la causa sea de lo más ilógica (" hacer una cosa pá ná, es tontería"), disfruta de una paga del Gobierno, de un discípulo de adopción que venera, a la par, los conocimientos del Maestro y los callos a la madrileña de la anfitriona; es maestro en jugar a la Oca sin meter la pata y llevar Concha adosada sin ejercer de peregrino; ronca a pierna suelta (¡y no veas cómo¡), hace caso a su mujer, obedece en todo a su gato y le gusta beber y charlar con sus amigos.
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De todo, menos de filosofía e historia, por supuesto.
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11 comentarios:

juancar347 dijo...

Interesante reflexión de cómo hacer carrera en la amistad y no morir en el intento. Hay, no obstante, un punto que no me queda lo suficientemente claro; cuando se habla de vírgenes negras, ¿a quién nos estamos refiriendo exactamente? ¿A las tradicionales vírgenes zulúes o por el contrario, a aquellas otras que llovían del cielo y que solían caer en cualquier sitio, como quien dice, donde Manolillo tomaba su copichuela de anís del mono?. Y es que no existe nada peor que ser profeta en tu propia tierra...

Baruk dijo...

Muy bueno!! Y divertida historia.

Sin duda tomarse con buena filosofia el "drama" de la vida es facultad seres aventajados, y si según se percibe, el protagonista en cuestión, es fiel a sus principios, eso ya lo hace muy especial.

No estaría mal conocer a un personaje como este. A ver si algún dia tenemos la suerte de dar con él, y que sentados bajo la sombra de algún árbol (preferentemente un olivo), nos instruya sobre sus "vivencias", y por que no, nos cuente también cosas sobre su gato.

Abrazines extrafuertes!!

Pilar Moreno Wallace dijo...

¡Vaya con el pobre niño! que se hizo mayor con una manera especial de entender la vida, que en realidad es su propia historia.
Buen fin de semana.

Alkaest dijo...

No estoy yo muy seguro de la exactitud lineal de esta "desbiografía impersonal"...

Me inclino a creer que el "biógrafo", enfebrecido por el estro poético, se ha tomado ciertas "licencias literarias", para embellecer el guión y hacerlo más apetecible a las "marujas" y amantes de la prensa rosa, amarilla, violácea, y arcoiris, amén de deleitar a otros desocupados de medio pelo.
Pero vaya todo ello a beneficio de inventario, pues en líneas generales no va descaminado sobre la vida y andanzas del tal Rafael, alias "el Mudito", ya que servidor conoce sus trapisondas vitales en primera persona, pues tengo el dudoso placer de haber compartido con el tal muy diversas aventuras.
Aunque lo que me enfada, es el haberme pisado el tema, ya que tiempo ha recopilo datos para una biografía más jugosa del dicho personaje, con secretillos y detalles que son para asombro de ignorantes y papanatas, escarmiento de discretos, y aviso de doctos.

Un dato si quiero desmentir, de esta "desbiografía", y además rotundamente.
El dicho personaje no se compró un gato, no señor, el tal "Mudito" fue comprado por un gato. Si, si, como suena, el gato Crispín compró al "Mudito" y se lo llevó a su casa como mascota.
Suena a realismo fantástico, pero es rigurosamente cierto.

Posdata:
Me comunica el "Mudito", quien, como siempre, se entera el último de todo lo que le atañe, que piensa interponer recurso de alzada, denuncia por difamación, y un sonoro "protesto señoría, pido que no conste", y si todo ello no basta alegará "in dubio pro reo" seguido de un "in dubio, vel in pari re, melior est causa possidentis". Y dándose la circunstancia de no ser atendido, ¡la bomba!, saldrá con un "in contractibus rei veritas potius quam scriptura perspici debet", ¡toma ya! respaldado todo ello en el no va más "in certis non est coniecturae locus". Pues considera que en tal "desbiografía no autorizada" su "deshonra" sale malparada. [Añade, el muy bufón, que si no entienden sus alegatos, en latina lengua, estudien Derecho Romano, y si no "que se xodan" (sic.].
Sensatamente, creo, le he aconsejado que desista, pues pleitear con pleiteadores "es pa'ná". Más dudo siga mis consejos, pues le gusta una controversia más que a un "sierramaginense" una oliva...
Advertidos quedan sus mercedes, sus luisas, y sus maripepas. Luego no se llamen a engaño por lo que de ello resulte.

Salud y fraternidad.

LAQUEDUERMECONPEDRO dijo...

Y yo que veo cierto para-lelismo entre esta vida en refrito...o este refrito de vida y una de un tal Narciso, el cual decíase un hombre de verdad. Obra del modesto a la par que brillante escritor con el que tengo el gusto de compartir cama al dormir, a más de otras experiencias que hacen que nuestra vida sea como la de tantos otros muchos, auténticamente vidas para leerlas. Y es que como decía la canción: “...La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida ...¡ay, Dios!...”

pallaferro dijo...

El muchacho serà "Mudito", pero cuando le da por escribir... !No hay quien lo pare!

¿Será que tiene el gatito de "apuntador"?...

Un abrazo,

Polvorilla dijo...

¡Dios mío si yo hablara...! ¿pero qué decir después de esta bigrafía sustanciosa y malvada? Pues nada, que ha mil años, ya desde vidas anteriores, que comparto mesa y mantel con este personaje, afanes, aventuras y mil caminos y mire usted lo que son las cosas...Todavía no me he "jartao"

Patadeoca dijo...

SI,SIIIIIIIII !!!!!!!! Por fin lo pude leer!!!! Después de esta mudanza que aún me tiene en danza...

Quién te ha pasado esa foto de nuestro Rafita beibi... diosmio! está igualito!!!

No te imaginas cómo lo he disfrutado... hasta has conseguido hacerme reír un montón..!! Genial, muuuy genial! (Aunque no te elegiría yo como biografo)

"de aquel tintinear de amuletos metálicos que siempre llevara prendidos en su inseparable bolso de hombro, faro y guía de prosélitos en las encabritadas rutas románicas que trazaba" Pensaba que era la única que se guiaba por ese tintineo!! (más risas).

Un abrazo grande.

JUANILLO EL PILLO dijo...

Hola a todos:

Ya tenemos la parte primera de la biografía no oficial, falta la de la consorte. Y por favor, toda biografia que se precie necesita una foto de igual, y si es posible de mejor categoría, entendiendo como tal al gracia de la infancia en su rostro.

Un abrazo a todos.

Alkaest dijo...

Sus'arvierto, que toa biográfia no autorisá podrá ze perseguía por la ley... Y que mis'abogaos, ti'en mu mala leshe. Y lo'sabogaos de mi conzorte, zon entoavía peores, porque han estudiao leyes en la Universidá de los Cerros de Mágina. ¡Ozú, quillo!
Asín que prepararse, si s'atrevéis a publicá ná de ezo.

Firmao: "er Mudito".

El Abogado " de oficio" dijo...

En mi calidad de compadre, amigo y representante "ilegal" de la Señá Polvorila y Maese Alkaest, y siguiendo concretas intrucciones de mis mandantes, a los que mande Sir Cripín, mediante la presente formulo, en nombre y representación con que actúo, REQUERIMIENTO EXPRESO frente a cualquier miembro ( entiéndase el todo y salva la parte) de la " Cofradía" u otros/as personas, personajillos, mediopensionistas o similares, a fin de que se abstengan de publicar e incluso de i- Magina-r biografía relativa a la encantadora Mamá Oca, gloria y prez de nuestros aquelarres etílico-románicos, y todo ello bajo apercibimiento de expulsión de la asociación cofrade y, aún más, de privación sempieterna de anís del mono.

Sea.


Publicación 2006
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