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viernes, 27 de septiembre de 2019

La extraña llamada.




Ya casado y con 35 años cumplidos, una noche recibí una extraña llamada. Al teléfono una persona que se identificaba como ex alumno de los hermanos Maristas de Lleida me proponía una cena de exalumnos, veinte años más tarde de mi salida del centro. "Para recordar aquello que pasamos", me dice. Decliné cortésmente su invitación sin que aquella persona supiese la tormenta que acababa de desencadenar en mi fuero interno. Y es que el día que abandoné aquel centro educativo, quedó marcado a fuego en mi memoria, y a la vez entró en un deseado olvido, porque yo quería, sobre todo, olvidar.

Olvidar algo que en cierta manera me avergonzaba.

Veinte años más tarde, no hace mucho, desayuno con la noticia en el diario local de que exalumnos  de los Maristas denuncian a un "hermano", (pues así se les llama a los que "han hecho los votos"), por abusos sexuales cometidos en la década de los 80. Cuando llego aquel día del trabajo a casa, mi cónyuge me interroga: ¿Tu estuviste entonces allí, no?. Y entonces le cuento lo que a nadie conté jamás, ni a mi propia esposa. Que fui víctima de abusos de aquel señor que citan en la noticia. Noticia que se repite días más tarde para informar de que ya hay tantos ex alumnos que reportan abusos y que se va a presentar una denuncia contra este señor, ya fallecido, para.... (no he conseguido saber para qué, ellos dicen que para que no se repitan estos abusos y tal...). Se publica la foto y el nombre del individuo en el periódico local y vuelvo a ver aquel nombre y  aquel rostro que me costó años "olvidar", y revivo mentalmente momentos muy desagradables. Me vienen a visitar fantasmas del pasado que ni eran esperados ni mucho menos bien recibidos. Lo evitaba siempre que podía, yo era de "los chicos del coro" y él tocaba el órgano. (Aquí chiste fácil que se hace solo). Quiero decir que trataba de llegar al coro tarde, cuando él ya tenía las manos ocupadas.

Los casos contra curas y Maristas se habían hecho un hueco en las noticias de periódicos de ámbito nacional y yo callaba, aún viendo cómo las denuncias se sucedían en provincias aledañas. A veces, algunas veces, a lo largo de tantos años, si me volvía el recuerdo, pensaba en aquello y lo odiaba con toda mi alma. Pensaba: "¡Eramos unos niños, joder, y te aprovechaste de nosotros!, te odio por todo éllo....malnacido...así ardas en el infierno."

Pero es que años antes de todo esto, antes de las denuncias, antes de la publicación de la foto del pollo y del relato de sus fechorías  en las revisiones médicas anuales, mucho antes, escuché un relato que me hizo trizas por dentro. Y además lo escuché allí: "Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: el que de ustedes esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando por ancianos; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?. Ella dijo: ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: ni yo te condeno; vete, y no peques más."

Y en base a la enseñanza de este relato, yo que soy ateo, entendí que mi propia vida no era un ejemplo a seguir, que quizás nunca abusé de nadie, pero que seguro hice daño alguna vez de manera inconsciente con mi actitud. Entiendo que no puedo tirar la primera piedra ni aunque la tenga en la mano.

Pero es que además, ahora que ya peino canas donde no se peinan, vi claramente que aquel hombre era más esclavo que dueño de su pasión (como yo quizá lo haya sido más de una vez). No era un "hombre malvado" como tal, de hecho su rostro era inspirador de confianza y sus "encuentros" eran más "dulces" que abruptos. Dióme este hombre la misma pena y lástima que yo merezco cuando me dejo llevar por mis deseos. Así que, años antes de que llegasen las denuncias, años antes de que se publicase su foto yo...ya le había perdonado, perdonado porque no podía vengarme puede pensar alguno. Sí, es más humana la venganza que el perdón, pero yo le había perdonado.

Le perdoné con el perdón que para mi deseo cuando me pongo de patas, con el perdón que pido cuando hago daño y no me doy cuenta.

Le perdoné, en la medida que pude, con aquel perdón de Cristo que entienden hasta los que no tenemos dios.




6 comentarios:

Baruk dijo...

Me ha impresionado todo, todo, todo, Rivi. La historia en sí, la forma que está redactada y el inesperado giro final con una reflexión que pocos han hecho hasta el momento. Un mundo espiritual que ya no está latente ni adormecido y que va camino de una gran prosperidad emocional.

Pallaferro dijo...

Un acto de valentía el relatarlo y una gran generosidad de tu corazón trascender y perdonar los hechos. Dice mucho del autor. Admirable!

Chis dijo...

Profundo relato que mueve al respeto, la empatía y la admiración.

SYR Malvís dijo...

Un relato valiente en La Fraga. Gracias Rivi, es impresionante.

Rubén Oliver dijo...

Pues no sé qué deciros. Gracias.

Mara dijo...

Me he quedado sin palabras.
Nadie se merece lo que le hizo aquella persona.
Su perdón es un extraordinario regalo. Para él y para usted.
Le deseo muchos años de bienestar.


Publicación 2006
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