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viernes, 1 de enero de 2010

Tiempo de siempre



Cuando era un niño...

Vivíamos en una casa antigua, por no decir vieja. Su portal era traspasado por fauna variada: rumiantes, reptiles, roedores, felinos, insectos y otras bestias...Pendiendo sobre el arrabal, era la última del pueblo.

Un día corrí al balcón para ver quién blandía el picaporte, hallando dos hombres de mediana edad con sendos zurrones y mantas cargadas sobre sí.

-¿Quién es Rubén?-
-Dos hombres mamá...-
-"Una limosna, señora..."-gritaban abajo.
-"¿Quieren un bocadillo?, dinero no tenemos..."-
-"Si, gracias señora, dios se lo pague..."
-"Son unos pobres..."
Yo estaba temeroso porque había oído hablar de los pobres, pero no había visto nunca ninguno.

Tras la ajada persiana del balcón, los estuve espiando mientras mi madre les preparaba lo suyo. Llevaban la ropa gastada y barba de varios días.

-"Dios se lo pague, señora, muchas gracias"-decían los dos inclinando la cabeza.

Los vi alejarse dando bocados más que medianos-"luego no es cierto que tiren la comida como dice alguno en la escuela"-pensé-.

-"Es mejor no darles dinero, que igual se lo gastan en vino"-sentenció mi abuela-.

Volvieron al cabo de un año, y de otros más, siempre repitiéndose la misma escena.
Lo único que cambió fui yo, que al crecer me había dado cuenta, que para ver un pobre no me hacia falta salir al balcón.

Pero bueno, pensaba, al menos nosotros tenemos una casa; vieja, con su propia fauna, pero es nuestra casa. Pero, ¿y ellos?, dónde estarán su casa y sus familias.

Y me daban un poco de lástima, pensaba desde mi infantil inocencia, que eran más dignos de ella que yo.

Un pudor extraño me mantenía en el balcón siempre que venían, aunque me gustaba ver como se alejaban y sus gestos de agradecimiento hacia mi madre.

Les seguía con la vista hasta que se perdían calle abajo..."..no es cierto que no se lo comen, no..."

Luego supe que eran temporeros de la vendimia francesa, que hacían el trayecto anual pidiendo caridad allí donde se la daban.

Los que viven en las cuevas del arrabal, son más pobres que nosotros. Me llevó un día mi madre sin yo saberlo, cargada con una bolsa, de la ropa que ya se nos quedaba pequeña. Nos abrió la puerta una mujer de rostro de corteza de árbol, dando grandes muestras de alegría. Sacó de la cocina unas galletas y dos vasos de leche; hablaron mientras yo miraba la estancia troglodita.

Llegaron unos niños pequeños, sucios de jugar en la tierra; brillaban alegres sus ojos ante mis viejos pantalones.
-"¿Quieren algo más?"-decía aquella mujer-
-"No, no"-contestaba mamá-
-"¿De verdad?"-insistía-
-"De verdad mujer..."-
Y yo sentí una inmensa vergüenza y embarazo, ante el ofrecimiento de aquella señora, porque me daba cuenta de que no podían darnos más; no podían, porque es que no tenían nada más.

Y así volví muy triste, a nuestra casa de mantel de hule y pañito de ganchillo.


Años más tarde...

Tras las compras de navidad, ya de vuelta a casa, mi hija pregunta:-"Mamá,¿Por que había tanta gente pidiendo en la calle?".
-"Porque no tienen dinero ni trabajo, hija"-contesta mi mujer-
-"¿Y porque le has dado a aquella chica y a los otros no?"
-"Porque tiene un niño pequeño, pobreta...y siempre que está le doy".
-"¿Y tú, papá?¿No das a nadie?".
-"No hija, porque donde trabajo, cada día tengo uno o más que piden; y si doy a todos, yo mismo tendré que ponerme a pedir, ¿entiendes?"-contesto yo, tratando de que no suene a justificación-, mientras, sin sacar la mano del bolsillo, he contado lo que nos queda:17'40 euros, y estamos a 27 del mes...ya me dirás tu...

-"¿Quieren un bocadillo? Dinero no tenemos"-grita mi mujer desde el balcón a la calle.
-"Son unos pobres...les voy a hacer un bocadillo...".
-"Toma, bájaselos tu"-me dice-y yo bajo muerto muertito de vergüenza, sin alcanzar a saber porqué...

Son dos hombres de mediana edad, con mochilas gastadas a sus espaldas y no van mal vestidos; sus miradas y gestos de agradecimiento, llevan mi azoramiento al borde del abismo. Los veo desde el balcón comer en un banco cercano..-."...No es cierto que tiren la comida, no..."-pienso-mientras a mí corazón le invade una sensación de alegría, que no puedo describir.

9 comentarios:

pallaferro dijo...

Riviere,

Encuentro muy correcta esta vieja forma de auxiliar al que menos tiene: "en espécie". Tal vez, también, hiere menos a la dignidad del necesitado ya que, pienso, que cuando alguien se ve en la necesidad de pedir debe sentirse profundamente herido en su propio orgullo.

Un abrazo,

Anónimo dijo...

Gracias por este relato, Riviere.
La historia se repite una vez y otra.
Me sale desde muy dentro y desde muy lejos un infantil (?) "¡Qué injusto es!" Y también un miedo que me acompaña desde la infancia.
Gracias, Riviere, por decir con palabras de la pobreza próxima con suavidad.

juancar347 dijo...

Tienes buenas dotes para el relato, Rivi, y si además es autobiográfico, mejor todavía. La pobreza, un tema candente donde los haya. En el mundo en el que vivimos, tendemos a mirar para otro lado, ignorando o sintiéndonos superiores a aquellos otro que, a priori, parecen más pobres, sin darnos cuenta de que en realidad, todos estamos embarcados en la misma nave. De todas formas, la mayor de las pobrezas radica en la pobreza de espíritu. El pobre de espíritu es el más pobre de todos los pobres. Me ha gustado tu relato. Un abrazo

Rubén Oliver dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios.
Juancar:Por descontado que la pobreza de espíritu es la más funesta de todas.Es como la miseria psicológica,que es más triste si cabe que la miseria material.
Pallaferro:entiendo que el pedir por pura necesidad,ha de rebajar el orgullo del que pide,pero creo que también lo hace con el del que da.Siempre que éste,sea consciente de los escasos motivos que hay para sentirse orgulloso cuando un necesitado llama a nuestra puerta,seguramente,muy a su pesar.
Me ha faltado poner aquello de:"Por desgracia,éste relato está basado en hechos reales y bien reales".
Un abrazo para todos.

Pilara dijo...

Recuerdo a mi abuela Elisa que en su modesta vida de pueblo, cuando auxiliaba a alguna vecina necesitada siempre decía con cierta satisfacción: "Manos que no dais ...¿qué esperais?"


Está visto que su mundo era bastante más limitado y reducido.
Hoy en la socidad del consumo, en la aldea global, en un tiempo dominado por la información en tiempo real. Me parece una hipocresía que te estén hablando a la vez de las grandes estafas, desfalcos y robos que quedan impunes, de los gastos indecentes de personajes públicos y privados, de las grandes mansiones, del derroche y del glamur que hacen que tu vida sencilla, con estrecheces y alguna que otra privación parezca penosa, miserable e insulsa pero lo suficientemente acomodada y holgada como para que arremetan contra tu conciencia lanzandote las más crueles imagenes de hambruna y pobreza en cualquiera de los continentes y las penurias más extremas como si la solución estuviese en tu mano, sin ningún tipo de pudor y normalmente mientras que estás comiendo...

El caso es amargar al personal por exceso o por defecto y los que se tenían que sentir aludidos reunidos en lujosas salas observando y vanagloriándose de lo bien que marcha "su mundo". No vaya a venir nadie y les fastidie el invento!!
¡Ellos ya tienen las manos llenas y los pobres son muchos pero tienen poca fuerza!

Un afectuoso abrazo.

Rubén Oliver dijo...

Pilara.
Es que los medios de comunicación les bailan el agua a los poderosos,justificando sus excesos,sus inmorales derroches,sus lujos asiáticos...Dando una imagen de normalidad a su modus vivendi,vaya,como que su nadar en la abundancia fuese un derecho adquirido,cuando no es otra cosa que un robo disimulado.
Por otro lado,nos muestran la miseria del tercer mundo,tratando de que la clase media,se sienta en cierta manera culpable;y así evitar que relacionen el escandaloso despilfarro de unos,con las carencias de otros.
La solidaridad,es una falacia,pues debería empezar a nivel de pueblo/barrio;pero claro,si así fuese,se crearían vínculos de cohesión social,que es lo que no interesa al poderoso.Ya que una de sus premisas es fomentar la desunión,en particular de los más pobres,y del pueblo en general.
A raíz de eso,los medios impulsan campañas para ayudar a unos pobres,que siempre están en países lejanos,nunca cerca de casa.
Pecan por omisión,pues nunca nos muestran lo que en esos países hacen las clases pudientes;que normalmente,suele ser vivir una vida de sultanes,explotando a la población.
La regla de oro es:mientras piensan a diario,si ése día comerán y lo qué,no pueden pensar en rebelarse;por eso hay que mantenerlos en el hambre.
¿Han visto que fácil?.
Un abrazo.

pallaferro dijo...

Por un segundo, a partir de los dos últimos comentarios, he visto fácilmente la trama... luego, no la he visto tan fácil. Aunque sí maquiavélica.

Buenos comentarios: gracias por aportar vuestras opiniones, que me han hecho reflexionar y la comparto.

Un abrazo,

Rubén Oliver dijo...

Es que Maquiavelo fue un maestro en el arte de torcer(y retorcer) voluntades,sus libros no deben faltar al explotador que de tal se precie.Y al explotado tampoco le irían nada mal...
Evidentemente,la trama se basa en tener unos conocimientos de psicología humana,sólo equiparables a los que algunos tienen respecto a la de los animales.Con la ventaja de que a los animales les "pierde" el instinto,y al hombre el esfuerzo por disimularlo...
Saludos...

Anónimo dijo...

Es precioso el relato y me ha conmovido.

Nuestra avergüenza será como explicarles a nuestras generaciones venideras que mientras en una parte del mundo vive en la abundancia, en otra mueren de hambre, en pleno siglo XXI.

Un abrazo.


Publicación 2006
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