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miércoles, 24 de septiembre de 2008

El legado de Agarfa

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Agua. A secas. Sin predicamento alguno.
Pura existencia. Elemento que pone en marcha la vida entera y en el que todo se apoya.
Fuente de vida. Origen del todo.
Informe. Domesticada por la forma del recipiente en que se vierte.

Nunca dominada, dispone su configuración y límites a todo volumen y tiempo.
Sueña el agricultor sediento, la danza y la canción del agua. Su desposorio con la reseca tierra: el riego. Verlo es ver la vida y unirse con ella.
No hay Naturaleza viva o muerta, sino agua que fecunda todo.
Próxima y lejana, camina sin contaminarse sobre ollas, tajos, barrancos y gargantas.
O, mejor, no camina; ella es la que les da forma, los contornea y los produce.
Agua libre y esquiva. Agua serena y gozosa.

¡ Agua, agua, agua!. Grito de desesperanza que retumba como un eco por las descarnadas montañas y semidesérticas ramblas de Tabernas.

¿ Hay en la comarca más agua que la que destila el alóe?.

Todas las mañanas, del mar se levanta una bruma que sube con el viento de levante la cañada arriba hasta dar en el frontón del risco. La nube se asienta en sus anchas hojas, que la recogen y, deshaciendo la niebla, destilan su agua. Luego, llora el Árbol Santo un llanto de agua que le resbala por la faz, sin memoria ya de lluvia.

Fuente prodigiosa frente a la sequedad de la tierra almeriense.

“Si alguien descubre el secreto pagará con la muerte”. En eso pensaba el despechado Tincos cuando, implacable, clavó su afiliado venode en el pecho de su amada Agarfa, la del esbelto cuerpo y labios de corinto. En eso pensaba cuando los guirres volaban por los alrededores de la cafiada del Calar Alto, presagiando horas aciagas antes de que Armiche y los suyos fueran tomados como esclavos. Antes de que las cenizas de Yoñe, el agorero, fueran apedreadas y esparcidas en el olvido.

Mojácar. Teja, cal y madera. Garoé del siglo XXI. Maridaje perfecto entre el mar y la montaña. Desde tus terrazas, el latido del palmeral, al fondo, rememora en la charca el oasis antiguo y verdea con un fulgor que reverbera.
Laurisilvas, sabinares y el pinar, se mezclan con arenales invernados, las papas y la platanera.
Castillo Macenas. Peña Roldán. Fin del mundo.
Valle del Andaráx. Olla de Huercal. Verde y nácar, limonero y almendro.
Mirador de la Amatista. Genoveses y Mónsul. Playas de media luna y de los Muertos: dorados, azules y verdes. Agua Amarga.
Cabo de Gata. Arrecife de las Sirenas. Lava cordada. ¿ De qué tiempo. De qué memoria es esta isla?
Una fuerza oculta habita esta tierra. El tiempo reclama y el verde retorna. Del hombre, ya apenas, el rastro.

“ Sólo bienes y beneficios traerán los extranjeros, emisarios de Eraoranhan, el dios”. Eso, eso es lo que había vaticinado Yoñé, el agorero.

Mimerahaná, ziná zinuhá, ahemen aten, haran, hua su Agarfa finere nuyzá.
¿Qué importa la leche, el pan o el agua, si Agarfa no quiere mirarme?.


Malvís. Publicado en selección relatos 2007

3 comentarios:

Baruk dijo...

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Dónde reposas poeta?...
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SYR Malvís dijo...

Aquí. En las mojoneras que trazan la linde del mañana. Donde no hay que preocuparse en demasía del ayer, que no es sino el pasado de hoy, e intentando aceptar, de buen grado, lo que los MOMENTOS nos traigan enviado por la Providencia que gobierna el mundo, con satisfacción y alegría.
Sencillamente, amiga,... ¡En nuestra Fraga¡

Salud y románico

Baruk dijo...

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... Poeta, filósofo y... profeta!
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Publicación 2006
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